lunes, 21 de septiembre de 2015

Del porqué es —casi- imposible ser peatón en México, o en Tijuana

Desde que me creía adolescente siempre quise tener 16 para que mis papás me regalaran (jaja) un carro o al menos me prestaran el de ellos, ninguna de esas pasó. Mis papás jamás me enseñaron a manejar, creo que nunca me dejaron manejar más de cinco minutos, mi mamá no me dejaba salirme a la "avenida" (entre paréntesis porque donde crecí es súper tranquilo y no es una avenida como tal) y mi papá se ponía como loco a gritarme que POR FAVOR FRENARA YA, cuando yo ya estaba frenando. Sé manejar mediocrememte gracias a mis exnovios los cuales no podían creer que no me dejaran manejar y pues, si tengo que agarrar un carro lo hago, pero ni soy buena ni me mata de emoción. Desde que empecé a trabajar decía que "ahora sí voy a ahorrar para un carro" pero la verdad es que ni ganaba tanto o prefería gastármelo en otras cosas mejores, como viajar, ir a conciertos, bla bla. A esta altura de la vida ya me acostumbré a no tener carro y la verdad es que aunque tuviera el dinero no me lo gastaría en eso, "¿pero cómo que no te interesa!" Me preguntan como si estuviera diciendo algo gravísimo y la verdad es que no, no me interesa, prefiero caminar, usar transporte público (otro tema que requiere un post) o tomar Uber.

El punto no son mis razones para no tener un carro sino que no lo tengo, no pienso tenerlo y que realmente disfruto caminar, siempre y cuando no invadan mi paz. Vivo en un lugar donde gran parte del "corazón de la ciudad" me queda a una distancia bastante buena para andar a pie. ¿El problema? El problema es que esta no es una ciudad para ser peatón, mucho menos ciclista (si no ya me hubiera comprado una, snif). El verano pasado estuve en Berlín andando en bicicleta por toda la ciudad, al principio me aterraba que los carros me fueran a pitar, que un camión me fuera a aventar y me rompiera 40 huesos y se arruinara el viaje (a un primo le pasó, en México, no 40 pero sí estuvo feo), después de un buen rato se me pasó el miedo y me di cuenta lo jodida que estaba mi mentalidad, ¿por qué un pinche carro me va a aplastar si tengo el mismo derecho que él a transitar? Estaba impresionada con que tenía que hacer altos y todo, para dejar pasar a los peatones. Bueno, en mundos mejores el carro, la bici y los peatones conviven en armonía. 

Regresando a Tijuana, la ciudad donde tristemente no se puede siquiera ser peatón por las siguientes razones (seguro hay más que no se me han ocurrido):

1. Los carros creen que lo único que importa es que ELLOS pasen. Desde hace un tiempo me propuse a ser una buena peatona, o sea, sólo cruzo por las esquinas o pasos peatonales, espero que se ponga el alto, etc. Al parecer a la mayoría de los conductores no les importa nada de eso porque lo único que importa es que eeeeelllooos puedan pasar. Me ha tocado de todo: señoras que me truenan los dedos para pasar cuando el paso peatonal está encendido, gente pitándome como loca porque seguramente es más importante que ellos alcancen a pasar a que yo lo haga, a pesar de que es mi turno. No falta es que no sabe dónde tiene que hacer el alto y yo, amablemente le enseño que está bastante adelante y que eso, es un paso peatonal. Mi favorito (ajá) es el que ni siquiera hace altos de disco cuando está viendo que vas a pasar.

2. La banquetas son diminutas y no hay pasos peatonales marcados. No puedo echarle la culpa sólo a los conductores sino al pésimo planeamiento e inversión nula que hay para mejorar las banquetas o mínimo pintar pasos peatonales. Ahí me veían (ya no porque sólo cruzo por las esquinas aunque tenga que caminar muchísimo) a veces jugándomela en lugares donde en cuadras gigantes no hay ni un solo paso peatonal. Otras veces tienes que caminar tipo "pato pato ganso" porque no caben bien ni los dos pies y otra veces son banquetas horrendas (siempre pequeñas) llenas de hoyos. Es increíble la cantidad de calle que hay destinada a los carros y las ridículas aceras que tenemos, ¿de verdad se necesita taaanto espacio para carros en calles pequeñas y tranquilas?

3. Los acosadores callejeros. Si algo he aprendido de estos es que son unos cobardes y siempre que les contestas se asustan (menos un tipo que una vez me persiguió por el centro a las 9 am mientras iba al trabajo). ¿Qué pedo con los weyes que te gritan marranadas? ¿Qué esperan? "Gracias por decirme sabrosa, tú y yo a la cama", ¿neta? De estos también me han tocado de todo tipo, pero hay algo que es infalible: si traes falda o vestido arriba de la rodilla siempre te van a decir de cosas. Y no, no se trata del "para qué te vistes así, nomás andas provocando" y la verdad sí, los últimos años sí pensaba qué me iba a poner para que no me molestaran pero de unos meses para acá me vale, me vale porque puedo vestirme como se me dé la gana y porque ya descubrí que si les contesto son unos cobardes que se dan la media vuelta, de ahí el perro que ladra no muerde.

Mención especial al PÉSIMO alumbrado público de Tijuana... vivo en una calle con comercios, medianamente transitada, en la llamada "zona dorada" (jajaja) y de noche me da miedito caminar sola por ahí porque hay un faro en toda la cuadra. UNO.

Tijuana es una ciudad que en algunas cosas se está poniendo muy padre pero jamás será una ciudad "chic", "hip", "cosmopolita", "de mundo" o como chingados gusten decirle si sigue siendo una ciudad la cual es casi casi un acto de valentía caminarla a diario y se sigue pensando que los que caminamos somos pobrecitos y que "aaaay, ¿caminas todo eso?". Y qué importa si no es una ciudad übercool, con que sea caminable y friendly con todos estaría muy bien. Yo por lo pronto, ahora no me quito los converse y voy caminando a todos lados porque prefiero mover mi cuerpecito.



No hay comentarios:

Publicar un comentario